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Por qué los pollos no pueden cruzar la carretera

“No sigan las prácticas de la gente que voy a arrojar de delante de ustedes. (…] Yo les prometo que ustedes serán los dueños del país de ellos” (Levítico 20:23, 24).

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Si conduces con los ojos vendados o lanzas un moco por la ventanilla en Alabama, estás quebrantando la ley. Así son algunas antiguas y disparatadas leyes de los Estados Unidos. ¿Sabías que no se permite a los alces mantener relaciones sexuales en las calles de Alaska, y que los residentes de Michigan no pueden poner una mofeta en la mesa de sus jefes? A nadie en Omaha, Nebraska, se le permite eructar en la iglesia; y los pobres hombres de Hartford, Connectlcut, no pueden besar a sus mujeres en público los domingos. Los hombres de Delaware no pueden ir de pesca durante su luna de miel. Los residentes de Florida no pueden correr con los ojos cerrados; y en Quitman, Georgia, es ilegal que un pollo cruce la carretera dentro de los límites de la ciudad. Absurdas leyes ahora pero, en su momento, fueron aprobadas por alguna razón. ¡Tenían sentido!

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Pacificadores

“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo” (Mateo 5:38,39). ghandi

Es más que una paradoja que quien abogó toda su vida por el pacifismo, y generó la mayor revolución social y política del siglo XX sin el uso de violencia, haya sido asesinado a manos de un grupo violento ultraderechista. Sí, ese 30 de enero de 1948, Nathuram Codse, hinduísta radical, disparó tres veces al pecho de Mahatma Gandhi.

Gandhi fue un estudiante mediocre durante la enseñanza primaria y media, y posteriormente no sobresalió como abogado en su vida profesional. Sin embargo, su sensibilidad hacia el sufrimiento de los más desprotegidos lo llevó a organizar una resistencia pacífica para defender los derechos de cada ciudadano indio. Mediante sus extensos ayunos y huelgas de hambre, toda la nación se levantó en esta resistencia pacífica.

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¿Realmente lo que hacemos habla más claro que lo que decimos?

“De la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones” (Mat. 7:20, NTV).

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Tuve un problema en una cuerda vocal en la primavera de 2013, debido a un riguroso calendario de programas de radio y a una gira de conciertos por Australia. Muchos viajes, un uso excesivo de la voz, un reflujo gástrico y quién sabe qué más, causaron hemorragia de una cuerda. Aunque hacía semanas que mi voz se había sentido “fatigada”, no le había prestado la atención que merecía, ya que nunca había tenido problemas de cuerdas vocales en el pasado. Devastada, observé la radiografía de mi garganta en la consulta del médico otorrino, temiendo no poder volver a cantar de nuevo.

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La ciencia de la salvación

«Dios es para nosotros un Dios de salvación». Salmo 68: 20, BA

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ESTE ES EL TESORO que se encuentra en las Escrituras. La Biblia es el gran libro de texto de Dios, el Gran Educador. El fundamento de toda ciencia verdadera se halla en la Biblia. Por medio del estudio de la Biblia podemos aprender de todas y cada una de las ramas del conocimiento. Y por si esto fuera poco contiene también la ciencia de todas las ciencias, la ciencia de la salvación. La Biblia es la mina donde se hallan las riquezas inagotables de Cristo.

La verdadera educación superior se obtiene estudiando y obedeciendo la Palabra de Dios. Pero cuando la Biblia se deja de lado en beneficio de libros que no conducen a Dios y al reino de los cielos, la educación que se adquiere es una perversión de ese nombre.

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Pensabas que conocías al muchacho

“Habla con los israelitas y diles que cuando alguno me traiga ofrendas de animales, me las deberá traer de su ganado o de su rebaño” (Levítico 1:2).

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Cuando me casé con él, no tenía idea de que mi esposo lavaba su ropa solo dos veces al año. Este muchacho bello, limpio, bien vestido y con un buen porte no tenía el valor de llevar su ropa sucia a la tintorería con más frecuencia que cada seis meses. Una vez casados, aparentemente avergonzado por esta debilidad, comenzó a esconder su ropa sucia en distintos lugares del armario. Finalmente, descubrí su hábito el día en el que buscaba un zapato y una pequeña avalancha de ropa sucia cayó a mis pies. Me preguntaba cuánta ropa había allí, así que decidí vaciar el armario. Saqué nueve cargas de ropa para la lavadora. Era julio, y encontré ropa suda que había usado desde el primer día del año.

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Lucha o huida

“No se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes” (Éxodo 14:14).

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 Mi primera pelea ocurrió cuando tenía doce años, y no fue con otra muchacha, sino con Jeremy. Él me estaba golpeando en la cabeza con un libro, así que yo lo abofeteé. Entonces, él me pegó una patada. Mis amigos me cuentan que yo grité con ira:” ¡¡Te odio!!” Le quité los lentes con la mano derecha y le di un puñetazo en el ojo con la mano izquierda. Tuvo el ojo morado el resto de la semana y recuerdo que, cada vez que lo miraba, me preguntaba: “¿Por qué hice eso?” No recuerdo haber tomado la decisión de golpearlo, solo recuerdo que reaccioné con ira. Cada célula de mi cuerpo decía: “Tienes que pelear”.

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