Ana una mujer atribulada que nunca perdió la FE

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Hoy quiero compartir con ustedes la historia de una mujer cuyo registro bíblico se encuentra  específicamente en 1 de Samuel  Capítulo 1 y 2.

Elcana tenía dos esposas, Ana y Penina. La primera era  afrentada y oprimida continuamente por Penina. Me imagino que te preguntarás por qué su rival la escarnecía?

Bueno la primera razón era porque  Elcana amaba a Ana. La Palabra de Dios dice «Pero a Ana le daba doble porción porque la amaba, aunque el Señor no le había concedido hijos. Y su rival la irritaba, la enojaba y la entristecía, porque el Señor no le había dado hijos.»1 de Samuel capítulo 1: 5-6.

La segunda razón es porque Ana era estéril. Ser estéril en esos tiempos era una afrenta.

El nombre de Ana significa «llena de gracia» y el nombre de Penina significa «la fértil». Aunque sus padres no tenían manera de conocer el futuro, los nombres que escogieron resultaron especialmente apropiados.

La poligamia entre los israelitas, aunque era frecuente entre los reyes, era practicada por las personas comunes por quienes su primera esposa no había producido herederos. El problema de Ana no es solo que no tenía hijos, sino que Penina tenía varios.

Elcana llevaba cada año a su familia al tabernáculo que estaba en Silo. Todos los varones debían hacer el viaje tres veces por año: para la Fiesta de los Panes sin Levadura, la Fiesta de Pentecostés, y la Fiesta de los Tabernáculos. La más alegre de las tres era la Fiesta de los Tabernáculos. Durante el festival, los israelitas vivían en cabañas que les recordaban el viaje a través del desierto. El festival era una especie de congreso campestre, e igual de divertido. La fiesta también era un agradecimiento, y venía después de las cosechas del otoño. Las celebraciones del otoño, en cualquier cultura, son especialmente festivas.

Pero a pesar de la festividad, o tal vez por causa de ella, Ana permanecía triste, especialmente porque Penina elegía esas ocasiones para burlarse de su esterilidad. La Biblia dice que esto pasaba año tras año. Penina provocaba a Ana hasta que ella lloraba y rehusaba comer (1 Sam. 1:6, 7).

Penina sabía que Elcana amaba más a Ana. Penina tal vez suponía que como era la madre del primogénito de Elcana, ella llegaría a ser la favorecida. La Ley de Moisés también determinaba que si un hombre tenía dos esposas, Y no amaba a una de ellas, y si ambas le dieron hijos, él tenía que dar al hijo de la no amada una doble porción de todo lo que él poseía, si era el primogénito (Deut. 21: 15-17).

Por cuanto Ana seguía siendo su esposa favorita, Penina hacía observaciones sarcásticas acerca de la incapacidad de Ana de tener hijos, y le hacía la vida miserable. Pero esta era una táctica equivocada. La disposición tierna de Ana y el hecho de que no se desquitara, naturalmente atraían a Elcana más hacia ella, frustrando aún más a Penina.

La ternura de Elcana  hacía el viaje anual a Silo en parte por la fiesta anual, pero también para dar una ofrenda de gratitud en cumplimiento de algún voto que había hecho antes (1 Sam. 1:21). Elcana llevaba a casa su porción del sacrificio! y, dividiendo la carne, le daba una porción a Penina y a cada uno de los hijos de ella. Pero a Ana le daba una doble porción (1 Sam. 1:4, 5), la misma que hubiera recibido si hubiese tenido un hijo. Por supuesto, no era lo mismo que tener un hijo, pero el pensamiento de que Elcana era considerado y atento valía para algo. La Biblia no nos dice que Elcana le daba una doble porción porque no tenía hijos, o porque él quería pretender que ella tenía uno, sino porque «la amaba» (1 Sam. 1:5).

También «Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?» (1 Sam. 1:8). Aunque él lo decía tierna y bondadosamente, el corazón de Ana debe haber querido gritar: «i Quiero un bebé!» Pero, por supuesto, ella se quedaba en silencio excepto por sus sollozos, porque ella sabía que él tenía buenas intenciones. La actitud de Elcana era condescendiente, e iba acompañada de amor genuino hacia Ana. Evidentemente, ellos gozaban de una relación especial. Elcana creía que él significaba mucho para Ana. Pero él no entendía que aun teniendo el mejor esposo, el más amante del mundo, podría compensar la falta de hijos.

                                                             Lo llevó a Dios en oración

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Como se mencionó antes, los períodos de mayor tristeza de Ana ocurrían en Silo. La doble porción que Elcana le daba a Ana en esas ocasiones, aumentaba los celos de Penina, quien derramaba su resentimiento sobre Ana, molestándola hasta hacerla llorar. Afortunadamente, el santuario estaba cerca. Levantándose de la comida huyó al santuario, donde lloró y derramó su corazón a Dios diciendo: «Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida» (1 Sam. 1:11).

El sacerdote Elí que estaba sentado en una silla junto a la entrada del Santuario del Señor la tuvo por ebria y le dijo «¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino». Ana respondió: «No, señor mío, sino que soy una mujer atribulada de espíritu. No he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma ante el Señor».

Sin intentar conocer el problema de ella, el bondadoso sacerdote le dijo: «Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho» (1 Sam. 1: 17). Sus palabras le produjeron un gran consuelo a Ana. Su corazón se alivió y ella pudo comer (1 Sam. 1:18).

Ana hizo un voto de que si Dios cumplía su deseo y le daba un hijo, ella se lo daría a Dios, y además, que ella no le cortaría el cabello en toda su vida. La parte importante de su voto es que la dedicación sería por toda la vida de su hijo. El servicio de un sacerdote duraba veinticinco años, desde la edad de veinticinco hasta los cincuenta (Núm. 8:23, 24). Un voto de nazareo generalmente era por un tiempo limitado (Núm. 6:5, 13, 18). Pero el hijo de Ana sería dedicado de por vida.

Poco tiempo después de regresar a su hogar en Ramá, Ana quedó embarazada. Cuando nació el muchacho, ella llamó a su hijo Samuel, que suena como la expresión hebrea de «Dios oyó», Ana explicó la razón del nombre: «Por cuanto lo pedí a Jehová». Ella había pedido; Dios había escuchado.

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Lo importante de esta historia y que nunca debemos olvidar es que Ana fue una mujer de fe y muy paciente. A pesar de todos esos años de burla, de opresión y escarnio, Ana nunca trato de vengarse. Debes recordar que así como hizo Penina con Ana, de igual forma Satanás nos perturba y lanza dardos a nuestra mente para que nuestra fe decaiga y  perder las esperanzas o que el propósito de Dios no se cumpla en tu vida. Pero debes recordar como dice el coro inspirado en las palabras del salmista: “Pacientemente esperé a Jehová, se inclinó a mí, escuchó mis ruegos, me sacó del lodo y puso en él un cántico nuevo”.

En los momentos de prueba y dificultad hay que hacer como hizo Ana, acudir al templo y derramar nuestra alma ante Dios. Y no sólo en el templo sino diariamente a través de la oración y el estudio de la Palabra de Dios, que no es otra cosa que la Biblia. Luego, renovar tus fuerzas, comer, beber, irte en paz y seguridad. Estar confiado y creer que Dios intervendrá en tu asunto y tu necesidad. Ana creyó la palabra que le fue dada por Elí. Y habrá momentos en tu vida en que Dios usará hasta las personas que tú menos imagines para hacerte conocer su propósito y la senda por donde debes andar. Ana en fe se fue para su casa después de haber alabado a Dios que era el propósito para el cual habían subido al templo  después  de haber orado y presentado su situación a Dios.

 En el mundo en que vivimos las personas aunque no lo sepan,  a cada rato están viviendo una batalla cósmica entre el bien y el mal,  en la cual Satanás es nuestro peor enemigo.Él va a buscar personas o circunstancias que se convertirán en Penina para ti, para robarte el gozo y la paz de tu corazón. Te hará pensar en la cosas que no tienes para hacerte sentir derrotado porque es un engañador, turbador, usurpador y padre de toda mentira.

Aunque “Penina” se levante contra ti, no te olvides que tu cuentas con algo hermoso, maravilloso e inigualable: EL AMOR DE TU DIOS Y SUS PROMESAS. El es fiel en cumplir lo que promete aunque muchas veces nos parezca que tarda. Pero para todo hay un momento perfecto. Así como Ana ten fe y verás al tiempo que tu recompensa llegará. Me pregunto cómo estaría o quedaría Penina luego de ver el milagro que Dios hizo en Ana. Me imagino que entonces tuvo que morderse la lengua y callarse.

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