«Ni aun sus hermanos creían en él». Juan 7: 5
A MUY TEMPRANA EDAD, Jesús se había hecho responsable de la formación de su carácter, y ni siquiera el respeto y el amor por sus padres podían apartarlo de la obediencia a la Palabra de Dios. La declaración: «Escrito está» constituía su razón para todo acto que difería de las costumbres familiares. Pero la influencia de los rabinos le amargaba la vida. Aun en su juventud tuvo que aprender la dura lección del silencio y la paciente tolerancia.