La entrada triunfal

«Mira que tu rey vendrá a ti, justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna». Zacarías 9: 9

 _595_421_4333

CRISTO SEGUÍA la costumbre de los judíos en cuanto a una entrada real. El animal en el cual cabalgaba era el que montaban los reyes de Israel, y la profecía había predicho que así vendría el Mesías a su reino. No bien se hubo sentado sobre el pollino cuando una algarabía de triunfo llenó el aire. La multitud le aclamó como Mesías, como su Rey. Jesús aceptaba ahora el homenaje que nunca antes había permitido que se le rindiera, y los discípulos interpretaron eso como una prueba de que se cumplirían sus esperanzas y le verían establecerse en el trono. La multitud estaba convencida de que la hora de su emancipación estaba cerca. En su imaginación, veía a los ejércitos romanos expulsados de Jerusalén, y a Israel convertido una vez más en nación independiente. Todos estaban felices y alborozados; competían unos con otros por rendirle homenaje. No podían exhibir pompa y esplendor exteriores, pero le tributaban la adoración de corazones felices. Eran incapaces de presentarle regalos costosos, pero extendían sus mantos como alfombra en su camino, y esparcían también en él ramas de oliva y palmas. No podían encabezar la procesión triunfal con estandartes reales, pero esparcían palmas, emblema natural de victoria, y las agitaban en alto con sonoras aclamaciones y hosannas.

A medida que avanzaba, la multitud crecía con aquellos que habían oído de la venida de Jesús y se apresuraban a unirse a la procesión […].

Todos habían oído hablar de Jesús y esperaban que fuese a Jerusalén; pero sabían que había desalentado hasta entonces todo esfuerzo que se hiciera para entronizarlo, y se asombraban grandemente al saber que realmente era él. Se maravillaban de que se hubiese producido este cambio en Aquel que había declarado que su reino no era de este mundo. […]

Nunca antes en su vida terrenal había permitido Jesús una demostración semejante. Previo claramente el resultado. Lo llevaría a la cruz. […]

Era necesario, entonces, que los ojos de todo el pueblo se dirigieran ahora a él; los acontecimientos previos a su gran sacrificio debían ser tales que llamasen la atención al sacrificio mismo. Después de una demostración como la que acompañó a su entrada triunfal en Jerusalén, todos los ojos seguirían su rápido avance hacia el desenlace.— El Deseado de todas las gentes, cap. 63, pp. 538-539.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2017

DE VUELTA AL HOGAR

Elena G. de White

Lecturas devocionales para Adultos 2017

Deja un comentario